Resumen:
El estímulo para abocarnos como neurocirujanos al estudio de la
meningitis tuberculosa deriva fundamentalmente del hecho que hemos
sido consultados en repetidas oportunidades en casos de meningitis tuberculosa, en los que aparecían signos focales o signos de hipertensión endocraneana y, por otra parte, por los casos en que se planteaba el diagnóstico diferencial de la meningitis tuberculosa con otras afecciones neuroquirúrgicas del encéfalo.